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Agricultura
SUELOS
Acondicionamiento - 7ª parte
Los drenajes (continuación)
a distribución de los drenajes depende de las características del terreno. Si las tierras son llanas, un sistema típico de drenaje es el construido mediante un desagüe principal, a los cuales se conectan diversos desagües transversales.
Cada tipo de suelo determinará la profundidad y distancia entre drenajes que deba establecerse, aunque ésta puede ser como media de un metro de profundidad, y una distancia entre tubos transversales que puede variar desde 5 hasta los 100 metros. La salida del desagüe principal se recoge en un colector que desemboque en una zona abierta en pendiente, o si esto no es posible que disponga de algún dispositivo de bombeo.
Un drenaje típico en terrenos llanos es el construido mediante un desagüe principal, al cual se le conectan varios desagües transversales
Para interceptar las aguas procedentes de tierras altas, se construyen drenajes llamados de contención o interceptación. Se trata de diques o drenajes subterráneos que atravesando las pendientes captan el agua y la desvían antes de que alcancen las tierras más bajas.
Aunque los drenajes actúan por la fuerza de la gravedad, en aquellas tierras excesivamente bajas puede resultar imposible desalojar el exceso de agua. En estos casos se hace obligado dotar a los drenajes de bombas de agua, que la eleven hasta los canales de desagüe, que normalmente se encuentran situados en tierras de niveles superiores y bien drenadas. Por su parte, si las aguas subterráneas son causadas por la existencia de acuíferos, lo adecuado es bombear el agua directamente en los manantiales, de forma que se reduzca el nivel de agua suministrada.
La contaminación y erosión de los suelos
Desde una perspectiva ecológica, la utilización desmedida o exclusiva de fertilizantes o determinados compuestos químicos puede tener efectos adversos en los suelos. Aunque la adición de elementos primarios como el nitrógeno, fósforo o potasio no culmina con la contaminación de los suelos, sí puede hacerlo la aplicación de los llamados elementos traza. En otras épocas se han dañado seriamente los suelos de cultivo, fumigando las cosechas mediante compuestos de arsénico como el arseniato de plomo. Igualmente, la utilización exhaustiva de pesticidas han contaminado muchos suelos en periodos muy cortos de tiempo, por ejemplo mediante el denominado DDT, consistente en un insecticida organoclorado hoy en desuso pero muy utilizado a mediados del siglo XX.
En otras épocas se han dañado seriamente los suelos de cultivo, mediante la fumigación exhaustiva de pesticidas
Asimismo, determinados herbicidas pueden mantener mucho tiempo su capacidad de acción si penetran en el suelo, como es el caso de un compuesto muy persistente denominado simiazina. Hoy en día se reconoce la existencia de productos organofosforados y herbicidas muy avanzados que actúan selectivamente y con menor incidencia contaminante. La mayoría de estos productos desaparecen al poco tiempo de su aplicación, sea por lixiviación, evaporación, descomposición o directamente absorbidos por los vegetales. De todas formas, en una agricultura biológica y consecuente con el medio ambiente el empleo de estos productos es absolutamente inadmisible.
Los fertilizantes, tanto naturales como artificiales, también pueden contribuir a la contaminación del agua. Así, todos los fertilizantes solubles en forma nitrogenada pueden alcanzar las aguas subterráneas por filtración, y en superficie estiércoles y fertilizantes pueden ser arrastrados por las escorrentías e incorporados a los lagos.
Por su parte la erosión de los suelos viene dado en gran parte por el tipo de suelo y el clima. Cuando el suelo es "lavado" o sus elementos químico solubles son disueltos (lixiviados) y arrastrados, se produce una movilización de materiales y una acumulación o depósito de sales en el nivel inferior del suelo; los elementos acumulados suelen ser nitratos, carbonatos, sulfatos de hierro, calcio y aluminio. Este proceso (la lixiviación) es causa del empobrecimiento de los suelos en muchas regiones del mundo.
Un método utilizado habitualmente por los agricultores para combatir la pérdida del suelo fértil por erosión o lixiviación es realizar labranzas mínimas antes de sembrar; también, cubriendo el suelo con un mantillo a base de estiércol y paja, con objeto de evitar la acción del viento y el agua. Otra técnica muy extendida desde hace mucho tiempo, es rotar los cultivos y realizar los llamados cultivos de cobertura, que permiten fijar los minerales del suelo entre cosechas.